Queridos Maristas de Champagnat:

Con alegría celebramos juntos la fiesta de San Marcelino Champagnat, dando gracias a Dios por el don del carisma Marista que es un regalo para la Iglesia y para el mundo.

Champagnat ErnestoSanchez 6junio 2024a

Actualmente vivimos en diversos países del mundo circunstancias de complejidad social, de guerra y de inseguridad. También han sucedido desastres naturales en varias partes del mundo que están perturbando a muchas personas. Algunas de estas condiciones difíciles ocurren en ciertos lugares maristas. Hay personas afectadas, relacionadas con el Instituto: educadores, familiares, amigos… Frente a estas situaciones de nuevas pobrezas y de marginación, nos alegra saber que muchos Maristas de Champagnat, hermanos, laicas y laicos, están ayudando de manera solidaria. Estamos todos invitados a conectar con el sufrimiento de tanta gente y a ofrecer apoyo, motivados por el carisma Marista que hemos recibido como un don.

Nuestro carisma, inspirado por el Espíritu a través de San Marcelino y los primeros hermanos, se ha mantenido y desarrollado a lo largo de 207 años a través del testimonio y entrega de tantos Maristas de Champagnat. Actualmente, nosotros formamos parte de esa gran familia que ha recibido la herencia de este don. Estamos llamados a gozarlo, a mantenerlo vivo, y a adaptarlo a los tiempos actuales para continuar haciendo el bien.

El pasado 18 de abril, celebramos el 25 aniversario de la canonización de San Marcelino Champagnat, día en que fue declarado santo para la Iglesia y para el mundo. Él fue un hombre sencillo, que vivió con gran confianza en Dios y en María, nuestra Buena Madre, que nos enseñó a vivir la fraternidad y a responder audazmente a las necesidades de los niños y jóvenes de su tiempo. El Papa Juan Pablo II, dijo el día de su canonización: “San Marcelino anunció el Evangelio con un corazón ardiente. Fue sensible a las necesidades espirituales y educativas de su época, especialmente a la ignorancia religiosa y a las situaciones de abandono que vivía particularmente la juventud. (…) Pidamos al Señor un corazón tan ardiente como el de Marcelino Champagnat, para reconocerlo y ser sus testigos”.

¿En qué me ha animado personalmente el testimonio de San Marcelino Champagnat? ¿Cómo trato de vivir cada día la llamada a la santidad que recibimos todos los cristianos?

También les comparto que, hace unos días, en el mes de mayo, hemos celebrado el bicentenario de la primera piedra de la construcción de la casa de Notre-Dame de l’Hermitage. Siete años después del inicio del Instituto en La Valla, Marcelino, junto con los hermanos, se lanzó a construir esa grande y hermosa casa que serviría para la formación de los novicios y para los hermanos como lugar de encuentro, de retiro y de descanso. Lugar que hoy continúa siendo para todos nosotros un centro de animación y de conexión con los orígenes de nuestro Instituto.

Nos alegra saber que Champagnat tuvo la capacidad de escuchar en su corazón las intuiciones del Espíritu y de responder con audacia, a pesar de las dificultades que se le presentaban y de las críticas que le hacían. En todo momento él decía que todo lo que realizaba no era su obra personal, sino obra de Dios y de María. Lo animaba cada día su oración contemplativa, su vida fraterna amable y cercana, y su entrega al servicio de los niños y jóvenes, particularmente a los más necesitados.

Es una gracia para nosotros celebrar 200 años de esta importante parte de nuestra historia. Y también nos anima a imaginar lo que significaría hoy “reconstruir un Nuevo Hermitage” en nuestro contexto actual. Creo que durante estos meses de celebración del bicentenario podemos reflexionar sobre cómo continuar difundiendo el don del carisma marista que hemos recibido. Aprender a usar la fuerza y la creatividad de Marcelino y de los primeros hermanos que cortaron la roca y construyeron sobre un cimiento sólido.

¿Qué nos ayuda a vivir la experiencia de San Marcelino y de los primeros hermanos? ¿Cuál es el cimiento sólido que hoy necesitamos para esa reconstrucción?

En este 6 de junio, celebramos y oramos en comunión con todos los lugares que formamos la familia marista global, particularmente con quienes están sufriendo situaciones difíciles. Nos ponemos en manos de María, nuestra Buena Madre, quien nos inspira y acompaña diariamente en nuestra vida y misión maristas. 

¡Feliz día de San Marcelino Champagnat!

Fraternalmente,
H. Ernesto Sánchez Barba, Superior general