Marcelino Champagnat, consciente de las carencias de la juventud y asaltado por numerosas peticiones procedentes de muchos lugares diversos, llegó a exclamar “Necesitamos hermanos”.
Hoy, en un nuevo contexto social y eclesial, pero con las mismas urgencias, Marcelino repetiría su deseo ampliándolo: “Necesitamos hermanos y hermanas, hombres y mujeres, religiosos y laicos, profesores, animadores de grupo y cooperantes… que quieran vivir el proyecto de la fraternidad”.
Hoy, tal como está el mundo de la infancia y de la juventud, ser Marista, hermano o seglar, es posible, vale la pena serlo.
Aquí puedes leer y escuchar la inmersión que hemos realizado esta mañana en nuestro colegio.
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